Tierras del Lince

Tierras del Lince

martes, 3 de febrero de 2015

Ruta gastronómica por Aliste, la Zamora más desconocida.



Restaurantes recomendados (el orden de los factores no altera el producto):




Puntuación: Aliste calidade.
Precio: de otro siglo.
Carta de vinos: nos estamos quitando.

Comentario

Los motivos o las excusas para visitar esta comarca zamorana que está donde Cristo perdió las zapatillas rayando con Portugal pueden ser variados y van desde los estrictamente pecuniarios a los lúdicos. En nuestro caso, como sabéis, se trata de una mezcla de ambos ya que la facturación no está reñida con la diversión.

Los que no conozcáis la zona debéis tener presente que estamos en un territorio que se ha caracterizado por el aislamiento geográfico y el suelo granítico. Estas dos variables, entre otras que ahora no vienen a cuento, han condicionado su desarrollo socioeconómico. Asimismo, han permitido la pervivencia de tradiciones ancestrales y el mantenimiento de una idiosincrasia al margen de la modernidad y la postmodernidad tal y como ilustra el indicador de la foto. Como ejemplo de lo dicho están también las mascaradas de invierno.



Pero los atractivos de Aliste no son sólo culturales, ya que estamos ante un territorio surcado por múltiples ríos que configuran un hermoso paisaje que limita al norte con la Sierra de la Culebra y al Sur con los Arribes del Duero. Además, la cercanía con la vecina Portugal y el Parque Natural de Montesinho ayudan a su especial atractivo.

En lo estrictamente culinario patear Aliste es una auténtica gozada y la fama de la calidad de su ternera no es por casualidad. Dos restaurantes que la sirven a la brasa con un nivel estratosférico son los mencionados Los Perales (San Vitero) y Matellán (Rabanales). Si vais a los Perales y tienen sopa de marisco en el menú no dudéis en pedirla. Y si sois más de cerdo que de ternera, tenéis la opción del secreto. En el caso de Matellán, las mollejas de ternera son de MONUMENTO.
 

 De El Cruce (Trabazos) sólo podemos decir que por rollos de trabajo llegamos a comer casi a las cuatro con el estómago algo pasado por lo que decidimos pedir un bocata para tomar en barra y una sencillas patatas para acompañar. Por suerte, en El Cruce no entienden de barcos y nos plantaron dos bocadillos de lomo kilométricos con una ración de patatas nuevas que no nos quitamos de la cabeza.






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